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martes, 21 de julio de 2009

La silla




Cuando estaba en la secundaria, en las horas libres o antes y después del colegio solíamos juntarnos en la casa de una compañera, Marina. Hacíamos eso por conveniencia (cercanía) y porque era una casa grande. La familia de Marina en una época había estado muy bien económicamente, y tenían toda clase de muebles traídos de viajes y de novedades (¿quién tenía microondas a fines de los '80?). También vivía con su abuela, una señora paquetérrima que era el colmo de la buena educación y el refinamiento. Aunque fuéramos quince en la casa a la hora de la merienda, la señora ponía un mantel digno de un almuerzo de Mirtha Legrand, sacaba vajilla traída de no sé dónde y las galletitas no se comían del paquete, no no, se ponían en una delicada bandeja de metal. Si tomábamos gaseosa, la abuela alcanzaba presta los apoyavasos, no vaya a ser cuestión de arruinar los muebles. Era tan pero tan bien educada y atenta, parecía que exhalaba buenos modales, que no podíamos evitar sentirnos un poco incómodos, parecía que decir "boludo" delante de la señora era equivalente a pegarle una cachetada.
Entre los muebles que tenían en la casa, tenían unas sillas muy parecidas a las de la foto, traídas de algún lugar exótico. La cuestión era que, debido al uso y al paso del tiempo, el lugar para sentarse (hecho de paja) se había empezado a romper.
Haciendo averiguaciones de precios, la Eugenia de Chickoff de Avellaneda se había empezado a hacer mala sangre. Las sillas eran carísimas, por lo tanto el arreglo era carísimo también, y no estaba al alcance de su bolsillo en ese momento.
Creo que la señora averiguó por todos lados dónde reparar, a bajo precio, una silla de ese tipo. Creo que, cuando encontró dónde, no pudo contener su emoción. Imaginen la cara de diez o doce adolescentes cuando entra la abuela, maquillada y vestida como una estrella de cine de los '50, diciendo a los gritos:

"Cerca de la estación, encontré un viejo que me hace la paja por cien australes"

martes, 23 de junio de 2009

La rubia tarada





Allá lejos y hace tiempo, cuando estaba en la escuela primaria, tenía una compañerita con la cual no nos llevábamos del todo bien. En realidad, nos llevábamos bastante mal. Quiso el destino que, en la secundaria, nos encontráramos de nuevo. Ahí, en la secundaria, apareció una Lili reloaded. Se había sacado los lentes, la ortodoncia y se había teñido el pelo. Ya no éramos más dos morochitas peleándonos en el recreo. Ahora era una gordita morocha (yo) y una anoréxica rubiocha. Además, esas ventajas de tener una madre peluquera, la tintura rubia le quedaba perfecta, tan natural que nadie creía que era teñida. Lili era mala, malísima. ¿Alguien vio una película con Lindsay Lohan sobre las "chicas plásticas"? Bueno, el personaje de las chicas plásticas es Lili en persona. Ýa no era mala, digamos. Era cruel. Y si, como yo, eras gordita, morocha, virgen y llena de granos, te puedo garantizar que Lili podía hacer de tu secundaria una pesadilla.

Siempre fui bastante cara dura, me encantaba actuar en todos los actos escolares. Hete aquí que en cuarto año, la profesora de Instrucción Cívica (como dato agrego que era estudiante avanzada de Derecho) comenzó a preparar un número, para fin de año, sobre la justicia y qué se yo. Ahí me anoté yo, en primer lugar, para representar el codiciado papel de Justicia.

Respuesta de la profesora de Cívica: "Ah, no. El papel de la Justicia ya lo tiene Lili. Todo el mundo sabe que la Justicia es rubia."

Y hoy por hoy, esa profesora ya es colega. Así anda la justicia, porque hay gente que cree que es rubia. Y eso creo que de alguna forma me traumó. A lo largo de los años, tuve el pelo de todos colores. Caoba, anaranjado, negro, chocolate, pero nunca de los nuncas, rubio. Tal vez como rubia sería más feliz.


*La escultura que ilustra el post es "La justicia", de Rogelio Yrurtia. Está en el hall central del Palacio de Tribunales, Talcahuano 550. Es una copia. El original está en un cementerio, sobre la tumba de un conocido abogado. Como dijo Alejandro Carrió "la justicia de tribunales es una copia, la verdadera está en el cementerio."

miércoles, 10 de junio de 2009

La buena suerte



Exención de responsabilidad: Si usted es muy supersticioso, siga leyendo bajo su exclusiva responsabilidad.

No soy una persona muy supersticiosa. De todas formas, no sé si será por algo del inconsciente colectivo o la influencia de mis tías y abuelas, trato de no pasar por debajo de una escalera , tiro un poquito para atrás si se me cae la sal y a menos que sea absolutamente indispensable, no abro un paraguas bajo techo, y demás cosas que, creo, la mayoría hacemos. Más allá de que resulte evidente que la ruptura de un espejo no puede traer 7 años de mala suerte (solamente la mala suerte de tener que comprar otro), y que racionalmente sepa que lo peor que puede pasar si camino debajo de una escalera es tirar al pobre tipo que está arriba (me ha pasado, cuándo estábamos pintando la casa), se ve que en algún lugar de mi subconciente (o inconciente, que más da) hay ciertas cosas asociadas con la mala suerte.

Lo que de ninguna manera sabía, es que hacer, no hacer, tener o no tener ciertas cosas, no trae mala suerte per se, sino que solamente ocasionan su efecto devastador si lo hacemos a sabiendas del maleficio. Me enteré en el cumpleaños de mi cuñada. Yo había dejado la cartera debajo de la silla, en el piso, y la madre de mi cuñada, solícitamente la colgó en el respaldo. “Trae mala suerte, aleja la plata” sentenció. Yo pensé “¿todavía más?” pero dije tratando de ser amable “uy, no sabía, siempre la dejo en el piso”. La respuesta me dejó pensando lo que estoy escribiendo hoy: “Ahora que sabés, no la dejes más. Si no sabías no hace efecto.”

Semejante explicación psicológico- filosófico-antropológica me dejó turuleca. Es decir, si no sabés que romper un espejo apareja 7 años de mala suerte, rompé espejos a tu antojo. Ni bien sepas, sonaste. Es como si no estuvieras embarazada hasta que el evatest te de positivo. Fumar no te va a hacer daño, hasta que sepas que podés tener como 1000 enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Si no sabés lo que es el colesterol, comé mollejas todos los días, algún día vas a leer por casualidad una revista Viva del domingo y sonaste, te van a empezar a hacer mal.
Y como además de no supersticiosa soy masoca, me dediqué a buscar (entre conocidos) cosas que traen mala suerte y que yo desconocía. Ahora no voy a poder dejar más la tijera abierta, ni decir ciertas palabras, y como soy mala; posteo acá abajo una lista, para que sepan.

-Dejar abierta la puerta del placard.
-Poner los zapatos sobre la cama.
-Dejar la cartera abierta (eso no es mala suerte, es ser medio paparulo)
-Barrer de noche.
-Mirarse al espejo con una vela.
-Sentarse arriba de la mesa.
-Cortarse las uñas los días lunes.

Siempre me interesó de dónde vienen esas creencias, porque todas empezaron por algo. Lo de derramar la sal es archi conocido, de la época en que la sal se utilizaba como dinero. Pasar por debajo de una escalera tiene que ver con la Santísima Trinidad, y así... ¿pero de dónde vendrá que trae mala suerte cortarse las uñas un día lunes?¿o dejar el placard abierto? (la última vez que dejé el placar abierto la que tuvo mala suerte fue mi gata, que se metió adentro y no sabía cómo salir).
No digan que no se los avisé.

jueves, 26 de marzo de 2009

La wikipedia viviente

“Pituca cree que es el mejor,
el mejor culo para su sillón.”
El arte del buen comer, Patricio Rey y sus redonditos de ricota.


¿Es posible que un solo ser humano sepa arreglar problemas de computadoras (hardware y software, también de red, qué tanto), de celulares, sepa los ingredientes de todas las comidas, sepa de literatura, política, matemática, química, biología, sepa qué color se va a usar este invierno y dónde queda la liquidación de carteras de Prüne? ¿Es posible que esta misma persona sepa de medicina, de bioquímica, de farmacia, de planificación pública, de ingeniería hídrica, de arquitectura y de cinotecnia? ¿Es posible que la misma persona sepa de teología, de fútbol, de rugby, de tratamientos milagrosos para tener el lacio perfecto y de corte y confección? ¿Puede saber sobre jardinería, atletismo, rock nacional y filosofía tanto como sobre astronomía, horóscopo maya y presidencias del Congo? Yo, particularmente, creo que ello no es posible. Se puede saber “alguito” de todo, pero todo todo sobre todos los temas, solamente lo sabe la wikipedia. Así que estoy completamente convencida de que Gerardo es un chanta.
Gerardo es “todólogo” con post grado en “opinología”. Es muy metido. Quiere siempre estar en todo. Hasta parece que hubiera adquirido la habilidad que tienen los perros, de mover independientemente cada oreja. Mientras con una oreja está conversando con cualquier compañero/ a, parece que moviera la otra para captar una conversación que, a escritorios de distancia, mantienen otras dos personas. Y si cree que sabe sobre el tema, se mete. Todo el tiempo. En todas las conversaciones ajenas. Si alguien dice que el mejor disco de rock de la historia es "Dark side of the moon", él va a salir con datos sobre la fecha de edición y el color de calzones que usó Roger Waters cuando grabaron Time.
Si alguien pregunta directamente a otro algo, contesta él. Ejemplo: "Juan: ¿María, te acordás el interno para pedir que destraben la impresora"; la respuesta de Gerardo puede ser "34521" o "dejá que yo la sé destrabar, en el laburo anterior había una igual a esta" (resultado: pedir reparación urgente, y visita a la tintorería para sacar las manchas de tonner). "Pedro: ¿Ana, qué tenés que hacer a la salida?" Respuesta de Gerardo: "Tiene que ir al dentista y después a ver a la madre" (maldito Gerardo, siempre escuchando conversaciones ajenas)


Ejemplos de conversaciones cuasidiscusiones que ha mantenido Gerardo:

1-
A, contento como perro con dos colas, dice: “Miren qué bueno el celular que me compré, el Noria 200, me salió dos mangos.”
G: “Ah que lindo, pero mirá que los Noria 200 tienen adentro un microchip que fabricaban en Chernobyl
–les ahorro a mis lectores el relato de 30 minutos sobre donde queda Chernobyl, cómo fue la tragedia y si la radiación era alfa o gamma con su correspondiente explicación físico nuclear-, un amigo lo compró y a los dos días se desintegró solito.”

2-
B: “Ayer cociné guiso de lentejas con chorizo colorado, nos tomamos un totín con el gordo y nos fuimos a dormir.”
G (curioso): ¿Totín? ¿Cuál?
B: Mongo Choto.
G: Ah no!! Con el guiso de lentejas con chorizo colorado, se toma solamente vino Pirulo. Porque el vino Mongo Choto se hace con uvas de California con un injerto de uvas de Finlandia
–vuelvo a ahorrar la divagación acerca del sistema político de Finlandia y las chicas de California-, por eso tiene ese sabor como a especias. El mejor es el Pirulo, que se hace con uvas de Salta, se pisa a pata –acá podría agregar algún comentario sobre el pie de atleta, pero lo ahorro- y se añeja en barriles hechos con madera de baobab!

3-
C: ¿Tenés un tampón? Me vino de improviso.
G: ¿No sabés que los tampones se blanquean con lavandina y tienen restos de asbesto y te pueden producir síndrome de shock tóxico? Mejor usá una toallita.


4- Esta juro que es real. Las anteriores las exageré y disfracé un poco (la base está, diría el Bambino) pero esta es real. Destaco que Gerardo no solamente es hombre, sino que también es pelado. Detalle importante para este diálogo que es REAL:

D: Mi cuñada se compró la planchita para el pelo. Está re buena, cuando cobre me voy a comprar una. Me recomendaron la marca Pirulo (y bueno, fabrican vino y planchitas, que se le va a hacer)
G: Lo mejor es el secador de pelo Filip, que libera iones (sí, adivinaron, explicación física y química acerca de los iones) y te deja el pelo más suave y para nada inflado, no vas a parecer Mafalda.

Destaco que todas las conversaciones en las que intervino, lo hizo de metido. Nadie estaba conversando con él.

Estoy profundamente convencida de que Gerardo no sabe un carajo de nada. Pero pone una cara de que sabe todo de todo, y dice las cosas con tanta seguridad y usando palabras tan enrevesadas y ajenas al vocabulario coloquial, que parece que supiera. Y como casi nadie en mi laburo sabe nada de física nuclear ni de vitivinicultura ni de otras cosas que dice, nadie le discute nada. Las pocas veces que le discutimos algo, perdió. Y la de "Dark side of the moon", orgullosamente, la gané. Y no se convenció de que estaba hablando al pedo. E hizo apuestas, que en el fragor de la discusión oficinil, se zanjan con wikipedia. Que, dicho sea de paso, tampoco sabe tanto.


NdelaR: Lo de las carteras de Prüne es una licencia poética, sepan comprender que se avecina mi cumpleaños (guiño, guiño)

jueves, 12 de marzo de 2009

Quemás tu vida

Y sí. Alguna vez me tenía que pasar. Aunque siempre me ponía excusas. Ya hace rato que venía pensando seriamente dejar de fumar, como dice el Nano. Ya me molestaba el olor en el pelo, en las manos y en la ropa. Ya me harté de tener la boca oliendo como un cenicero, como dice el Indio. Pero Pequeña Lady, desde sus casi cuatro años, me desarmó completamente. Me dejó sin excusas. Me dijo, insistentemente: "mamá, no hay que fumar." "Mamá, hace muy mal y te vas a enfermar y vas a tener que ir al doctor." No supe qué decirle. Así que hoy, 12 de marzo de 2009, siendo aquí las 21 horas, me estoy fumando mi último pucho, mientras posteo esto. No va a ser fácil. Pero ya lo decidí. Y ya traté el método de ir dejando de a poco. No me sirvió. Tal vez a otros le sirva, cada ser humano es diferente y maneja la adicción a su modo. También traté el método de ir fumando, por decir, un pucho cada dos horas. En mi caso, me la pasaba mirando el reloj. Y me mentía a mi misma. Decía: "bueno, esta hora fumo dos, y después no fumo por cuatro." Tendría que tener un día de 150 horas para compensarlo, porque al rato decía lo mismo. Espero, una vez pasado el mal humor, los ataques de hambre y el insomnio, empezar a oler mejor, a tener la piel más limpia y a no agitarme hasta cuando pienso. Deséenme suerte.


lunes, 9 de febrero de 2009

Auto- inodoro

Seguro todos conocen los Automac. Son esos lugares dónde, sin bajarte del auto, podés comprar una hamburguesa recocida, un paquete de papas fritas gomosas y una gaseosa aguada; para hacer lindo enchastre adentro del vehículo (merece un post aparte la sensación de cuando veo la hamburguesa, me siento como


Otra de las cosas que tienen esos lugares, es que existe la posibilidad de comprar una cajita con una hamburguesa aún más pequeña y más carbonizada, menos cantidad de papas y una gaseosa tamaño dosis medicinal, pero con un juguete. Esa cajita ejerce una impresionante atracción sobre los niños. Pequeña Lady ve una M dorada, en cualquier lado, y empieza a los gritos reclamando su cajita con su premio (por más que le diga lo que le pasó a Bart Simpson con el mosquito chino)

Situación: Hecha la compra en la primer ventanilla, necesitábamos ir al baño. Como el Automc está en una especie de complejo con estación de servicio y un local de hamburguesas para comer ahí, le pregunto a la empleada (por ese microfonito ridículo que ponen para que no haga falta bajar del auto):

GL: ¿Dónde hay un baño?
Empleada: Dentro del local, te vas a tener que bajar del auto.

¿La empleada pensó que le estaba pidiendo una pelela o una chata? ¿otros autos vienen con baño incorporado? ¿cambio el mío por un modelo full, que tal vez venga con baño? Grandes enigmas que no tenía ganas de resolver a esas horas de la noche.