Como ya conté, durante mucho tiempo trabajé en un estudio jurídico. La secretaria, Liliana, no era buena. Era buenísima. Súper trabajadora. Voluntariosa. Cumplidora. Un amor. Su único defecto era su habilidad providencial para meter la pata. Preparaba el mejor café de la zona, manejaba la agenda como nadie, anotaba todos los llamados como maníaca, prestaba ropa y zapatos, pero metía la pata siempre. En las épocas en que no había mucho trabajo, nos sentábamos a charlar y tomar mate, y nos divertíamos "sacandole el cuero" a ciertos clientes, especialmente a aquellos molestos. Había uno, Gómez, a quien habíamos bautizado "mosquito", porque era diminuto (chiquitito, no enano, pero petiso, flaquito, con manitos chiquitas y piecitos chiquitos), pero tenía una nariz más que importante. Todo lo que no se había usado para hacerle estatura, manos, espalda, se había usado para hacerle nariz.
Un día, que estaba citado, llega Gómez. Puntual.
La puerta del despacho abierta.
Liliana, con su mejor cara de Melanie Griffith en Secretaria Ejecutiva anuncia:
"Doctora, llegó el señor Mosquito".
Pausa
Hace 4 años
4 comentarios:
jajajajame imagino tu cara! como zafaste?
la bruji
Bruji;
Zafé poniendo mi mejor cara de pelotuda y haciendo de cuenta que no había escuchado nada. Total, tenía buenas noticias para darle a Mosquito, se quedó contento.
JAJAJA; te iba a preguntar lo mismo que la bruji, pero me gano de mano!
Bueno, se habra ido zumbando con felicidad, el Sr Mosquito
jajajaja, la secretaria me hizo acordar a mi mamá. Buenísimo, ja. Besos!!!
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