viernes, 21 de agosto de 2009

Ausencia

Èl era la persona más buena y generosa que conocí. Empezó a trabajar desde muy chico, apenas pudo terminar segundo grado de la escuela primaria. Siempre tuvo trabajos muy sacrificados y duros. Repartió diarios y pan, fue camionero (de los camioneros "de antes", manejaba un camión tanque doble acoplado cuando la dirección hidráulica y los frenos ABS no existían), fue taxista, vendió ojotas por la calle y trabajó en una fábrica de mosaicos. Fue delegado gremial de su fábrica, cuando casi ni existían los derechos de los trabajadores. Muchas veces pasó necesidades (de muy chico, realmente pasó hambre), pero jamás le faltó nada a las personas que lo rodeaban. Me enseñó a prender el fuego y a hacer asados, me llevó a pescar y fue la persona más tierna que conocí con mi hija.
Él era mi abuelo, y se murió hace diez días. Por eso no tengo ganas de nada. Ni de escribir, y aunque siempre leo a todos mis blogs amigos, no se me ocurre casi nada que escribir. Estoy terriblemente triste. Sé que la vida sigue, pero me parte el alma ver a mi abuela sufrir por el hombre que la acompañó durante 60 años de casados y... casi 80 de vida (se conocieron cuando tenían más o menos 5 años, porque eran vecinos). Me queda el recuerdo de sus hermosos ojos azules (que no heredó nadie de su familia) y el orgullo de ser la nieta de Don Héctor.

jueves, 6 de agosto de 2009

Sus majestades satánicas


El próximo domingo es el día del niño. Y es increíble la cantidad de publicidad con la que bombardean a los nenes (y a los papás) principalmente desde los canales de televisión para chicos. Entre las niñas de la edad de Pequeña Lady, hacen furor las Princesas.
Las Princesas (se nombran así, como a un grupo, como decir Los Visitantes o los muchachos peronistas) no son otra cosas que todas las princesas protagonistas de los cuentos de hadas de siempre, pero puestas todas juntas en una mochila, unas zapatillas o unos chocolatines.
Tal vez se les ocurrió esa forma de renovar los cuentos de hadas... no, no creo. Debe haber sido por el merchandising. Admiro profundamente al cráneo que alguna vez, en una reunión en Disney, dijo "y como las ventas están bajando, bla bla bla, por qué no inventamos un nuevo personaje, con los que ya tenemos?" (Si, ustedes pensaron lo mismo que yo, como cuando en Tomy y Daly meten al perro para renovar, o como cuando le cambian el sombrero a la Stacy Malibú).
Y a partir de ahí se relanzaron las películas de siempre (Blancanieves, La Bella Durmiente, etc.), hicieron unas más nuevas, con los cuentos viejos (La Sirenita, La Bella y la Bestia), hicieron segundas y hasta terceras partes ridículas de los cuentos de siempre (desafío a cualquiera a encontrarle sentido a "La Cenicienta 3").
Y lo peor, es que todo eso vino acompañado de productos de princesas, que salen el triple que cualquier otro igual... bah, igual no, igual sin princesas.
Así es que en este día del niño tengo para elegir entre zapatillas de princesas, ludo de las princesas, memotest de las princesas, soga para saltar de las princesas y hasta bombachas y medias de las princesas. Con cada zapatilla de las princesas, se compran dos pares de las otras.
Igual, otro tema también será el por qué a las nenas les gustan tanto esas historias. Una chica que renuncia a lo más preciado que tiene (su voz) para estar con su enamorado (La Sirenita), una chica que tiene que dormir eternamente, hasta encontrar al amor de su vida (La Bella Durmiente), etc.
Hace un tiempo, tenía un libro en el que se explicaban todas esas historias, libro que lamentablemente fue prestado y jamás devuelto.
Por ahora, pese a que me bombardeen con naipes de las princesas y tazas de las princesas y celulares de las princesas, yo entiendo que esto es una república. Y punto.