viernes, 26 de junio de 2009

Zurditos




Hace unos días escribí acerca de las supersticiones. Después de semejante revelación, no quise dejar nada librado al azar, por lo que me embarqué en un afán insano de descubrir supersticiones. Y, para mi sorpresa, gran cantidad de supersticiones, creencias populares o como se llamen, están relacionados con la mano izquierda. Descubrí también que en muchos casos no son supersticiones propiamente dichas, sino que son estándares de urbanidad, buena educación y ceremonial. Brindar sosteniendo la copa con la mano izquierda, no solamente trae mala suerte, sino que es de malísima educación. Bajarse de la cama con el pie izquierdo, augura un día de perros. Entrar a un lugar con el pie izquierdo, es lo peor que te puede pasar. Ni hablemos de dar la mano.

Estoy en el horno. Soy zurda. Parafraseando a Sabina, soy zurda, zurdísima. No solamente soy inútil con la mano derecha: puedo llegar a ser peligrosa.
Hasta ahora, por las normas de decoro y civilización, doy la mano derecha, doy vuelta los cubiertos en un restaurante sin hacer escándalo y pará de contar. Uso el reloj en la derecha, porque me cansé de rayarlos y golpearlos cuando trataba de hacer cosas. Sufrí horrores con los pupitres individuales que tienen el apoyabrazos a la derecha. Me compré una tijera para zurdos. Pero igual hay pequeños detalles que los diestros no tienen en cuenta.

¿Vieron las ollas o jarras que vienen con piquito? Están hechas para volcar con el piquito mientras son agarradas con la mano derecha. Ahora salieron unas muy prácticas con el piquito en el medio. No saben las veces que me tiré el jugo encima. ¿Y los abrelatas? ¿y los cuchillitos con serruchito tipo tramontina? ¿trataron de pelar una manzana con ese cuchillo, usando la mano izquierda? El filo queda al revés.

Históricamente, se relacionó a la derecha con Dios y a la izquierda con lo siniestro (de ahí viene lo de “a diestra y siniestra”). Me ahorro comentarios políticos sobre la derecha y Dios. ¿Pero llamarme siniestra? Por ejemplo, se da la mano derecha porque, en la antigüedad, se demostraba así que uno no estaba empuñando un arma. Yo soy buenita, no ando armada. Pero igual soy siniestra.
Casi siempre los zurdos abusamos de los prejuicios. “Los zurdos somos más inteligentes”. A eso le agregaría que, no sé por que cuestión fisiológica, también tenemos más posibilidades de sufrir de esquizofrenia. Siniestra y esquizofrénica, hasta aquí llegué.

También abusamos de personajes famosos supuestamente genios por su zurdera. “Leonardo Da Vinci era zurdo”, “Paul Mc Cartney también”. ¿ Y Marie Curie, Roger Waters, Dalí, Bach, Cortázar, Pasteur, Favaloro? ¿Vendrían a ser las excepciones, los diestros que confirman la regla de la genialidad siniestra?

Por ahora, como dije, ya me adapté con la tijera comprada en el zurdomercado de Flanders. Y hay algo bueno o malo, depende. Cuando damos besos en la mejilla, los zurdos tendemos a hacerlo para el otro lado, con lo cual más de una vez le plantamos un beso en la boca al menos pensado.

Pero no me pidan que brinde con la mano derecha. Corro peligro de tirar la copa y hacer desastre de proporciones. Aunque, en ese caso, gritamos “alegría alegría” y exorcisamos todos los males.

martes, 23 de junio de 2009

La rubia tarada





Allá lejos y hace tiempo, cuando estaba en la escuela primaria, tenía una compañerita con la cual no nos llevábamos del todo bien. En realidad, nos llevábamos bastante mal. Quiso el destino que, en la secundaria, nos encontráramos de nuevo. Ahí, en la secundaria, apareció una Lili reloaded. Se había sacado los lentes, la ortodoncia y se había teñido el pelo. Ya no éramos más dos morochitas peleándonos en el recreo. Ahora era una gordita morocha (yo) y una anoréxica rubiocha. Además, esas ventajas de tener una madre peluquera, la tintura rubia le quedaba perfecta, tan natural que nadie creía que era teñida. Lili era mala, malísima. ¿Alguien vio una película con Lindsay Lohan sobre las "chicas plásticas"? Bueno, el personaje de las chicas plásticas es Lili en persona. Ýa no era mala, digamos. Era cruel. Y si, como yo, eras gordita, morocha, virgen y llena de granos, te puedo garantizar que Lili podía hacer de tu secundaria una pesadilla.

Siempre fui bastante cara dura, me encantaba actuar en todos los actos escolares. Hete aquí que en cuarto año, la profesora de Instrucción Cívica (como dato agrego que era estudiante avanzada de Derecho) comenzó a preparar un número, para fin de año, sobre la justicia y qué se yo. Ahí me anoté yo, en primer lugar, para representar el codiciado papel de Justicia.

Respuesta de la profesora de Cívica: "Ah, no. El papel de la Justicia ya lo tiene Lili. Todo el mundo sabe que la Justicia es rubia."

Y hoy por hoy, esa profesora ya es colega. Así anda la justicia, porque hay gente que cree que es rubia. Y eso creo que de alguna forma me traumó. A lo largo de los años, tuve el pelo de todos colores. Caoba, anaranjado, negro, chocolate, pero nunca de los nuncas, rubio. Tal vez como rubia sería más feliz.


*La escultura que ilustra el post es "La justicia", de Rogelio Yrurtia. Está en el hall central del Palacio de Tribunales, Talcahuano 550. Es una copia. El original está en un cementerio, sobre la tumba de un conocido abogado. Como dijo Alejandro Carrió "la justicia de tribunales es una copia, la verdadera está en el cementerio."

miércoles, 17 de junio de 2009

Homework




Hace un montón de tiempo que tenía trabajo atrasado. Muy atrasado. Eran una pila de trámites sencillos que tenía que finiquitar. Sobre mi escritorio, la pila de papeles me miraba, prepotente. Iba creciendo, como los chicos que toman Danonino. Una vez me atacó y todo, se cayó sobre mi teclado, mientras yo, completamente impotente, sólo atiné a volver a apilarla. Y estaba más alta que antes de caerse.

Durante varios días, por una serie de inconvenientes, no fui a trabajar a la oficina (recuerden que estaba haciendo de madre enfermera). Un día me puse a pensar en mi pila de papeles que, por una cosa o por otra, nunca había podido liquidar. Siempre había algo más importante que hacer. Siempre sonaba el teléfono, salvándome del tedio de leer quichicientas fojas, en su mayoría hechas de fotocopias ininteligibles. Extrañé mi pila. Me la traje a casa.

En mi interior, sabía que la había traído a casa solamente para sacarla a pasear un rato, a que tome aire, a que sienta el peligro de ser comida por un perro o pegoteada con mermelada. Supuse que, el martes siguiente, me reintegraría a trabajar con mi pila intacta. Más alta, a lo mejor.

Pero no. En una hora de viernes, y dos horas sacrificadas al sábado, terminé. Todo. A mi manera. No en la oficina. En mi casa, en pantuflas de peluche, tomando mate y mirando capítulos viejos de "Dr. House" y de "La Ley y el Orden."

¿Alguien podría explicarme cómo pude, en tres miserables horas, con las patas arriba de la mesa, terminar lo que me torturaba hacía meses? Y ya que estamos... ¿algún voluntarioso podría explicarle a mi jefe que trabajo mejor en mi casa?

miércoles, 10 de junio de 2009

La buena suerte



Exención de responsabilidad: Si usted es muy supersticioso, siga leyendo bajo su exclusiva responsabilidad.

No soy una persona muy supersticiosa. De todas formas, no sé si será por algo del inconsciente colectivo o la influencia de mis tías y abuelas, trato de no pasar por debajo de una escalera , tiro un poquito para atrás si se me cae la sal y a menos que sea absolutamente indispensable, no abro un paraguas bajo techo, y demás cosas que, creo, la mayoría hacemos. Más allá de que resulte evidente que la ruptura de un espejo no puede traer 7 años de mala suerte (solamente la mala suerte de tener que comprar otro), y que racionalmente sepa que lo peor que puede pasar si camino debajo de una escalera es tirar al pobre tipo que está arriba (me ha pasado, cuándo estábamos pintando la casa), se ve que en algún lugar de mi subconciente (o inconciente, que más da) hay ciertas cosas asociadas con la mala suerte.

Lo que de ninguna manera sabía, es que hacer, no hacer, tener o no tener ciertas cosas, no trae mala suerte per se, sino que solamente ocasionan su efecto devastador si lo hacemos a sabiendas del maleficio. Me enteré en el cumpleaños de mi cuñada. Yo había dejado la cartera debajo de la silla, en el piso, y la madre de mi cuñada, solícitamente la colgó en el respaldo. “Trae mala suerte, aleja la plata” sentenció. Yo pensé “¿todavía más?” pero dije tratando de ser amable “uy, no sabía, siempre la dejo en el piso”. La respuesta me dejó pensando lo que estoy escribiendo hoy: “Ahora que sabés, no la dejes más. Si no sabías no hace efecto.”

Semejante explicación psicológico- filosófico-antropológica me dejó turuleca. Es decir, si no sabés que romper un espejo apareja 7 años de mala suerte, rompé espejos a tu antojo. Ni bien sepas, sonaste. Es como si no estuvieras embarazada hasta que el evatest te de positivo. Fumar no te va a hacer daño, hasta que sepas que podés tener como 1000 enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Si no sabés lo que es el colesterol, comé mollejas todos los días, algún día vas a leer por casualidad una revista Viva del domingo y sonaste, te van a empezar a hacer mal.
Y como además de no supersticiosa soy masoca, me dediqué a buscar (entre conocidos) cosas que traen mala suerte y que yo desconocía. Ahora no voy a poder dejar más la tijera abierta, ni decir ciertas palabras, y como soy mala; posteo acá abajo una lista, para que sepan.

-Dejar abierta la puerta del placard.
-Poner los zapatos sobre la cama.
-Dejar la cartera abierta (eso no es mala suerte, es ser medio paparulo)
-Barrer de noche.
-Mirarse al espejo con una vela.
-Sentarse arriba de la mesa.
-Cortarse las uñas los días lunes.

Siempre me interesó de dónde vienen esas creencias, porque todas empezaron por algo. Lo de derramar la sal es archi conocido, de la época en que la sal se utilizaba como dinero. Pasar por debajo de una escalera tiene que ver con la Santísima Trinidad, y así... ¿pero de dónde vendrá que trae mala suerte cortarse las uñas un día lunes?¿o dejar el placard abierto? (la última vez que dejé el placar abierto la que tuvo mala suerte fue mi gata, que se metió adentro y no sabía cómo salir).
No digan que no se los avisé.

lunes, 8 de junio de 2009

Juego de niños

Pequeña Lady tiene anginas. Nada grave, pero desde el viernes pasado no va al jardín. No se imaginan qué difícil que es mantener entretenido a un ser humano de cuatro años. Por esta situación se me han ocurrido algunas preguntas, que creo que no tienen respuesta.

1- ¿A quién se le ocurrió vender naipes con figuras de princesas de Disney? Para jugar a la casita robada, todo bien. ¿Pero se imaginan qué ridículo puede ser gritar "quiero vale cuatro" y tirar, en medio de la mesa, un ancho de espada con la figura de La Cenicienta?

2- ¿Cuántas veces por día puede un adulto jugar al Monky loco sin volverse loco también? ¿Eh? Para los que tienen la fortuna de no conocerlo, el "Monky loco" es un juego formado por una especie de palmera de plástico en la que se insertan unos palitos. Dentro del tronco de la palmera (que es hueco) se meten unos simpáticos monitos de plástico (sí, son simpáticos, creo que después del juego nº200 del día uno me habló y todo). Se tira el dado y, de acuerdo al color que sale, se saca el palito del color correspondiente. La gracia está en sacar los palitos sin que se caigan los monitos.




3- ¿Por qué la última vez que tuve fiebre (sólo 37,5ºC) creí que me iba a morir, no me podía levantar de la cama; y la monstruita con más de 39º anda saltando por toda la casa?

4- ¿Por qué siempre me gana cuando jugamos al memotest?

viernes, 5 de junio de 2009

Here I go again

Estuve bastante tiempo sin actualizar esto. En realidad, estuve bastante tiempo sin escribir acá, sin visitar otros sitios, casi sin internet. Tuve un pequeño problema de desorganización. Me costaba hacerme los tiempos necesarios para escribir. Pero este es un espacio que no quiero resignar. Me niego a resignarlo.

Olga está muy bien. Me llama, me cuenta sus visitas médicas, sus achaques. Ahora sí, esto no lo pude sostener. Veremos que pasa.